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Violencias estructurales y relatos dominantes. Impactos sobre la mujer.

Actualizado: 3 nov 2023


Por Mauricio Durán

(Ciudad de México, Marzo de 2023)

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¿Qué es la violencia? ¿Qué son los relatos dominantes? ¿Qué son las violencias estructurales? ¿De qué manera impactan a la mujer, principalmente? ¿Cuáles son algunas de las violencias estructurales que existen?

A menudo, cuando estoy acompañando los procesos de una persona consultante en psicoterapia, más temprano que tarde nos encontramos con que el origen de los malestares que está viviendo en su actualidad, provienen de una serie de relatos dominantes. Los relatos dominantes son voces que escuchamos en nuestra niñez, provenientes de figuras de autoridad como nuestras personas cuidadoras (madres, padres, maestras/os, sacerdotes, monjas, tías/os, etcétera). Dichas voces generalmente nos hablaban desde el miedo, la culpa y la vergüenza; desde las amenazas de retiradas del amor (a manera de castigo) o de brindar más amor de diversas formas (a manera de premios). Estas voces, al provenir de figuras de autoridad, no podían ser cuestionadas ni filtradas por nosotras mismas pues éramos niñas/os, y generalmente nos traen problemáticas en la vida adulta, sin siquiera darnos cuenta.


Para reflexionar un poco, a manera de ejemplos, te dejo algunas preguntas que puedes realizarte, y que devienen en comportamientos cuyo origen son esos relatos dominantes de los que hablé hace un momento. ¿Te has hecho preguntas como las siguientes, alguna vez en tu vida?... ¿Por qué será que suelo buscar el amor en parejas que me maltratan? ¿Por qué me dará miedo que me abandonen? ¿Por qué, aunque no me sienta cómoda/o en una relación interpersonal (sea familiar, de amistad o de pareja) no puedo poner límites? Como te acabo de decir, muchas de las respuestas a estas interrogantes, provienen de esas voces internalizadas. Pero esas voces, a su vez, están influenciadas por un contexto más grande: mandatos sociales tales como la meritocracia, el adultocentrismo, la felizología o happycracia, el amor romántico, o violencias estructurales que provienen de visiones androcéntricas (sociedades donde históricamente el hombre ha sido el centro incuestionable de todo).


Para empezar a hablar de violencia es necesario definirla como acciones en donde se hace uso de la fuerza para obligar a otra persona a hacer algo en contra de su voluntad. Algo tan simple como: "cómete la sopa, porque sino te voy a castigar" (acá cabría una acotación simple en la que no ahondaré mucho, por razones de espacio, pero vale decir que en procesos formativos de personas menores a nuestro cargo se puede hacer uso de la fuerza 'protectiva', que es diferente al uso de la fuerza 'punitiva'). Por otro lado, el uso de la violencia a nivel estructural, se refiere al uso de la fuerza para dominar a otras personas, en un contexto donde históricamente se le ha normalizado a grado tal que se convierten en una suerte de estructuras tan pesadas y tan duras que son casi inamovibles en la sociedad. Por eso se habla de violencias estructurales. En este contexto, quienes por lo regular han salido más perjudicadas, son las mujeres. Justamente porque en sociedades patriarcales, donde el hombre se ha visto como el centro “natural” de toda la sociedad, la mujer es dejada de lado.




Algunas de las violencias estructurales que impactan más, generalmente, a las mujeres y que se generan a partir de relatos dominantes provenientes de las miradas patriarcales o centradas en el hombre son las siguientes:


1. El culto a lo materno y a lo virginal en la mujer.- Seguramente habrás oído una frase coloquial como "todas las mujeres son iguales... menos mi mamá, mi hermana y mis tías"... uff. La mujer tiende a ser vista como la ‘cuidadora natural’ de los hijos y hasta del marido. Debe ser pura y casta, mientras que al hombre se le ‘permiten’ algunas ‘canillas al aire’, algunas ‘aventurillas amorosas’. ¿Te suena algo de esto?

2. Estructuras jerárquicas a partir del sexo y/o la edad.- Es ‘normal’ que a la mujer y a las/los niñas/os se les vea como inferiores al hombre, lamentablemente. Observa en tu entorno: los hombres en una negociación (así sea el jardinero) tienden a dirigirse al hombre, aún cuando estén presentes en pareja... porque hay que dirigirse al "jefe de familia". Seguramente también habrás oído expresiones como "habrá que ver en esta casa quién lleva los pantalones"... que por el hecho de sexualizar a la prenda de vestir (pantalón-hombre), se tiende a hablar de un poder jerárquico del hombre sobre la mujer. ¿Más ejemplos? Es común que haya jefes (hombres) en la oficina y que se les respete en su enojo, porque “son hombres y les es permitido mostrar su agresividad para poner en su lugar a quien lo requiera”; si hay una jefa (mujer) que muestra su enojo es criticada y vista como “la histérica”, “la mal-cog... (eh... perdón... carente de relaciones sexuales... vaya... para no lastimar ojos susceptibles a las palabras que pueden ser consideradas como altisonantes)” o la “lo que sea, pero está mal, porque es mujer, y debiera de estar al servicio del hombre”. Además, claro está, las estadísticas siguen hablando de pagos desiguales que benefician a los hombres frente a las mujeres, aunque tengan exactamente el mismo perfil. ¿No te suena? Nomás pregunta en tu entorno.

3. “Se lo merece”.- ¿Cuántas veces no has visto en redes sociales que si atacaron sexualmente a una mujer era por: (1) ir tan tarde sola; (2) su forma de vestir; o (3) ir alcoholizada? (entre muchas otras barbaridades). Puff... las personas se olvidan de que están hablando de otras personas con dignidad humana inherente a sí mismas, y se convierten en una suerte de ‘vengadoras o justicieras de la moral’. Nadie en este mundo actual debiera temer andar sola, como persona, en la noche caminando por las calles en ningún sitio (cosa que no siempre pasa); nadie debiera impedir a otra persona elegir su forma de vestir y mucho menos culparla de ser provocadora de deseos sexuales (en todo caso, tendría que ver más con un trabajo interno, con límites, respeto y cuidado de las personas, de parte de aquella persona que "se sintió provocada"). Si bien cuando hablamos de cambios en los niveles de consciencia por el uso de alcohol o drogas, implica hablar también de responsabilidad y de cuidados para no caer en lo que Martha Nussbaum llama el dolor no beneficioso (hacer uso recreativo de cosas que a la larga pueden generar dolores –y daños– que no benefician en nada a las personas), también es cierto que nadie debiera de temer sufrir un abuso por parte de otra persona, sólo por el hecho de estar en un estado de consciencia alterado (sea por la razón que sea); porque dicho sea de paso, en ocasiones los estados de consciencia alterados son inducidos por otras personas –sin consentimiento de la persona alcoholizada y/o drogada– con la finalidad de abusar de ella, justamente.

4. Interseccionalidad.- Este término fue propuesto por vez primera en 1989 por la feminista y académica estadounidense especializada en teorías críticas de raza, Kimberlé Williams Crenshaw. En este sentido, para explicarlo de la manera más simple posible, se trata del hecho de minimizar a toda aquella mujer que sea vista como “jerárquicamente inferior” por razones de raza, edad, religión, condición social, etnia, etcétera. Cada etiqueta que se suma (raza, edad, etc(, en realidad le resta un lugar a la mujer como persona en el mundo. Es decir: si es negra, es vista como jerárquicamente inferior por condición de raza, si es mujer, se suma la condición de género, si es niña, se suma el adultocentrismo que resta valor a los niños. Entre estos tres elementos se generan intersecciones que hacen que la persona sea vista como “menos” que las demás personas. Así, entre más etiquetas "negativas" tenga, es "calificada" como "mucho menos persona". ¡Terrible, pero cierto! Esto tiene mucho que ver con las visiones de colonialidad (término que hace referencia a la dominación a partir de la alieanación –promover la pérdida de la autonomía de las personas–, en donde se busca controlar a la gente desde la exclusión y marginación social o cultural). Los países que hemos vivido periodos coloniales, lo podríamos entender un poco mejor (siempre y cuando tengamos consciencia de ello).





La idea de este texto, es que podamos reflexionar que existen relatos dominantes y violencias estructurales, que muchas veces recaen pesadamente sobre la mujer, principal e históricamente. Mientras no lo veamos, no lo podremos nombrar, mientras no lo podamos nombrar, no lo podremos visibilizar. Si no visibilizamos, no es posible detenerlo para tratar de sanarlo, de exorsizarlo de nosotras como personas. De eso va la deconstrucción. De cambiar esos relatos dominantes, de nombrarlos, visibilizarlos, y exorsizarlos para cambiarlos y sanarlos, no repetirlos y tener cada vez una mejor calidad de vida, un mejor lugar para vivir en el mundo con relaciones más sanas y menos opresoras de unos sobre otras.


¿Y tú? ¿Qué relatos dominantes crees o detectas que rodean tu mundo? ¿De qué manera te afectan? ¿Has vivido alguna de estas violencias estructurales? ¿Cómo te enfrentas a ellas? A veces necesitamos ser escuchadas como personas, validadas para transformar nuestras heridas, para percatarnos que no todo es ‘culpa’ de nosotras. La mayor parte de las veces, el origen de la depresión y la ansiedad, proviene de las conexiones perdidas, como lo señala el periodista Johann Hari. Aquellas desconexiones que nos impiden ver que nosotras somos personas con una dignidad inherente a nosotras, que no todo es nuestra responsabilidad; que a veces el contexto no aporta mucho para que podamos vivir una vida más plena y mejor.


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Agradecimiento especial para mi esposa Lucía, especialista en temas de género, quien día con día comparte conmigo aquello que le mueve a seguir creciendo y avanzando para entendernos mejor como personas desde la equidad, la igualdad, la justicia y el entendimiento. Gracias a ella, me acerco a bibliografía que me ayuda a entender más estos temas. Sé que tengo un lugar de privilegio como hombre, y busco hacer espacio para que las mujeres puedan desarrollar lo que históricamente les ha sido negado. Sin embargo, es importante para mí poner estos temas sobre la mesa, para poder comprenderlos, digerirlos mejor, y acompañar desde otras visiones.


Referencias

*Castillo, I., Ledo, H. I., & del Pino, Y. (2012). Técnicas narrativas : un enfoque psicoterapéutico. Norte de Salud Mental, 10(42), 59–66.

* Crenshaw, Kimberlé Williams. (2012). Cartografiando los márgenes. Interseccionalidad, políticas identitarias, y violencia contra las mujeres de color. Intersecciones: Cuerpos y Sexualidades En La Encrucijada, 87–122.

* Hari, J. (2020). Conexiones perdidas. Causas reales y soluciones inesperadas para la depresión. http://journal.um-surabaya.ac.id/index.php/JKM/article/view/2203

*Segato, R. (2003). LAS ESTRUCTURAS ELEMENTALES DE LA VIOLENCIA : CONTRATO Y STATUS EN LA ETIOLOGÍA DE LA VIOLENCIA Rita Laura Segato Brasília. Departamento de Antropologia (Universidad de Brasília), 1–19.


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